En palabras de Miguel Ángel Orellana, CEO y Fundador de Bookker, el punto de partida tecnológico de Bookker no era la creación de una solución a la gestión de espacios de trabajo, sino “una empresa de realidad aumentada dentro de un ecosistema de startups asociado a Telefónica”.
Sin embargo, en 2016, al recibir un encargo para transformar la gestión de las salas de la multinacional, descubrió que, si Telefónica tenía la necesidad de organizar sus espacios de trabajo, muchas otras empresas estarían en la misma situación.
Así fue como nació Bookker. Pero, pronto, su uso fue más allá de la gestión de salas. Orellana decidió aplicar su tecnología a los puestos de trabajo. “Ya se empezaba a oír hablar del hot desking, pero nadie hablaba de ello como algo ‘gestionado’”, explica.
El problema con el que se toparon, antes de la llegada de la Covid-19, fue que su solución tecnológica se veía como algo “nice to have”: estaba bien tenerla, pero no era prioritario.
Sin embargo, con el estallido de la pandemia, Bookker fue ganando fuerza. En palabras de Orellana, “las empresas empezaron a llamar, pero no con el criterio de la eficiencia, sino con el de cómo garantizar que la gente estuviera segura en la oficina”.
Bookker pasó a ser una solución para gestionar los espacios de forma inteligente, segura y eficaz. Una herramienta que ayuda a las empresas a gestionar los nuevos modelos de trabajo.
¿Quieres saber más sobre la historia de Bookker y su desarrollo a futuro? Lee el artículo completo de Eugenio Mallol en Atlas Tecnológico. ¡Muchas gracias por contar con Bookker!
